DE ATACAMA A UYUNI
San Pedro de Atacama es un agradable pueblecito situado en el corazón el desierto de Atacama. San Pedro es un punto agradable de convivencia y descanso. Posee un interesante museo arqueológico, con momias y un estudio completo de la cultura Atacameña.
En San Pedro, el desierto más árido del mundo se hace sentir por todas partes. El Salar de Atacama, con sus flamencos, y el Valle de la Luna, con sus bellas formaciones rocosas cubiertas de sal, son los principales son las estrellas del lugar. Ambos compiten en puestas de sol inenarrables, con la cordillera como marco.
S. Pedro es el punto de partida para un recorrido espectacular: el viaje en Jeep de 3 días a Uyuni (Bolivia), atravesando el salar del mismo nombre.
Desde S. Pedro se ascienden 2.000 metros hasta la Laguna Verde, a los pies del volcán Licancábur, ya en Bolivia.
Aquí suele haber bastante nieve y abundan los flamencos, sobre las verdes aguas que dan nombre a la laguna.
Siguiendo viaje por el altiplano, ya sin caminos ni pistas sino simples huellas de neumáticos, pasamos por varios parajes de singular belleza y aislamiento, como un grupo de Geyseres a 5.000 metros de altitud y una laguna de aguas termales.
Llegamos, al final del día, a Laguna Colorada, otro bellísimo lago en el que las algas dan al agua un singular tono rojizo. Por todas partes vemos flamencos, principal habitante de estos parajes.
La espuma de borax, mineral abundante en estas lagunas, se acumula en las orillas y se mueve con el viento, simulando una extraña gelatina.
El segundo día continuamos por tierra de nadie, siempre en Dirección Norte, paralelos a la frontera Chile-Bolivia. Se atraviesan zonas totalmente desérticas, curiosas formaciones geológicas, y pequeñas lagunas con más flamencos. Todo tiene un aire remoto e intocado. Al final del día llegamos a San Juan, pequeño pueblo indígena cercano ya al Salar de Uyuni.
El tercer día atravesamos el salar, llegando a Uyuni por la tarde. El salar de Uyuni es un gigantesco mar de sal, de más de 300 Km. de longitud y 200 de anchura. La superficie salina se cuartea en hexágonos irregulares hasta donde alcanza la vista, simulando extrañas baldosas de un extraño pavimento.
La noche no es tan oscura en el salar, especialmente en luna llena, cuando la visibilidad es increible. En temporada de lluvias, el salar adquiere otra faceta aún más espectacular: suele inundarse con unos 30 cm. de agua y se convierte en un gigantesco espejo, en el que islas y nubes se duplican con perfección fotográfica.
Las 26 islas del Salar aumentan poderosamente la sensación de lago o mar petrificado, surgiendo en medio de la sal con naturalidad y contornos típicamente isleños. Pero en vez de árboles lo que aparece en estas islas son enormes cactus, algunos de más de 3 metros de altura, que aparecen agrupados en gran cantidad, realzando más todavía la sensación de extrañeza que emana de todo lo que hay alrededor.
El intenso blanco más blanco que la nieve inunda todo el entorno con una poderosa luz que daña la vista, y dota al paisaje de una inusitada sensación de irrealidad, que hace pensar definitivamente que nos encontramos en "otro planeta"...