Jerusalen

 JERUSALEN


Tal vez este sea el escenario más conflictivo del planeta. Desde las míticas batallas del antiguo testamento, pasando por las cruzadas medievales, hasta el conflicto moderno entre árabes e israelíes, van miles de años de guerra sin fín, siempre en nombre de la religión, que se supone debería traer la paz y la concordia.




Las tres grandes religiones de Occidente coinciden en considerar Jerusalen altamente sagrado. No hay otro lugar en la tierra tan disputado por las religiones. Algo tendrá esta ciudad para acaparar esta insólita concentración de devociones.


Para los judios, el Muro de las Lamentaciones es lo que queda del antiguo Templo de Salomón, el símbolo del judaismo.

Para los Musulmanes, la Mezquita de la roca, construida justo encima del Muro, es el exacto lugar donde Mahoma ascendió a los cielos. Y al lado está la mezquita de Al Aqsa...






Por último, para los cristianos, toda la ciudad de Jerusalen es un enorme símbolo de la Pasión de Jesús. El Santo Sepulcro es uno de los lugares más venerados por cristianos de todas las religiones, y de hecho es una iglesia única donde conviven en un mismo edificio las distintas tradiciones del cristianismo.















JERICÓ
Los monasterios cristianos ortodoxos abundan en la Tierra Santa, y han preservado durante siglos la tradición contemplativa del cristianismo primitivo. A menudo se ubican en lugares especialmente remotos o inaccesibles para propiciar la vida ascética de los monjes.

Algunos de ellos se erigen en lugares de gran importancia bíblica, como el monasterio de Jericó, construido en el lugar donde, según parece, Jesús ayunó durante 40 dias y 40 noches, antes de entrar en Jerusalén.






MAR MUERTO



Si el Sinaí es el punto más alto de Oriente Medio, el Mar Muerto es el Punto más bajo del planeta. Este pedazo de mar separado por movimientos geológicos se ha ido desecando durante milenios, hasta llegar por debajo de los 400 metros bajo el nivel del mar.
El nivel de salinidad del agua ha ido aumentando en proporción equivalente, hasta el punto de que es posible literalmente caminar sobre las aguas, o convertirse en estatua de sal.









En un alto promontorio sobre el extraño mar, la fortaleza de Masada se alza como testigo de la eterna problemática de estas tierras. Sus habitantes se suicidaron en masa para evitar rendirse a los invasores romanos. 
 




Y el desierto del Neguev no anda muy lejos, con sus ruinas navateas, sus fértiles oasis regados con alta tecnología, sus ciudades en medio de la nada y su discreta fauna salvaje, que sobrevive como puede en un entorno realmente árido...
















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