Lisboa




LISBOA



de puente a puente 
fluyendo con la corriente...





Lisboa es la democracia de las ventanas, en la que todas, hasta las más destartaladas, tienen el irrenunciable derecho a mirar al río y a los luminosos horizontes azules donde se dibuja la orilla sur.







Y por si algunos viven en sótanos o crece un nuevo edificio entre las casas amontonadas en desorden, para eso abundan los miradores donde la ciudad narcisista, como una reina ante al espejo, se recrea ante sí misma.












En esta geometría escalonada, donde crece el bosque de antenas, con griterío de gaviotas y sirenas, ha habido que construir pacientemente la horizontal, convertir las colinas en poemas cubistas, donde la curva improbable es la distancia mas corta entre dos puntos.
















Sombrías arterias de serpiente, callejuelas inimaginables en mapas de dos dimensiones, concebidas por urbanistas retorcidos, amigos de la escalera, defensores de las zonas húmedas, artistas del recoveco.









Después llegaron los de los medios de transporte, retorciendo raíles en curvas cerradas, diseñando tranvías inclinados y ascensores con sabor a Eiffel, para salvar irreales desniveles entre lugares aparentemente imposibles de relacionarse.





También hay gigantescos puentes metálicos, repletos de coches diminutos, bajo los cuales circulan trenes y navegan  anacrónicos cargueros, oriundos de remotos puertos africanos.








En el tiempo y en el espacio, de la orilla norte a la orilla Sur, Lisboa se despliega en puerto y alma, ante el río que se ha convertido en mar.




Y es en el puerto, mirando al Sur, donde se produce el cocktail alquimista: Buenos Aires, Rotterdam y el Pireo,  tango, fado y niebla londinense, tras la que parecen surgir el puente de San Francisco y el Cristo de Rio de Janeiro.







Lisboa es rio, cielo y olor a mar, refugio de gaviotas en el temporal, tópico de saudades y melancolia, sardinas, azulejos y bacalao...







Por todas partes aparecen destellos de realismo mágico o de surrealismo puro, mapas del mundo, caracoles y pavos reales... 
























SINTRA 

La sierra de Sintra es un territorio mágico y sugestivo, repleto de edificios románticos, con influencias de todos los estilos, magníficos jardines y densos bosques...



El Palacio da Pena, construido en 1836 por el Príncipe Fernando II, es el punto culminante de Sintra, tanto a nivel arquitectónico como geográfico, pues está ubicado directamente en la cumbre más alta de la sierra. 




Es un edificio fantástico donde se mezclan los estilos más insospechados, en un alarde de creatividad y colorido...










Cerca del Palacio se encuentra el castillo dos mouros, situado sobre impresionantes riscos graníticos....







Al pie de la sierra se encuentra la villa de Sintra, con retorcidas callejuelas en torno al Palacio Nacional, entre bonitas perspectivas  con la sierra como fondo del paisaje...









No muy lejos está  Quinta da Regaleira, otro fantástico complejo romántico donde los jardines, las cuevas y la arquitectura neogótica crean un ambiente mágico y misterioso...










Las maravillas serranas continúan en los jardines de Monserrate, de estilo neo árabe, y el fascinante convento de los Capuchos, incrustado entre rocas y árboles centenarios.  






y el rocoso enclave de la Peninha es la última cumbre antes llegar al Océano...






Los rayos del sol se atreven con timidez entre las altas ramas, provocando arabescos de sombra y luz que bailan al ritmo del viento. 







Como alucinaciones o espejismos aparecen por todas partes, en pleno bosque, cúpulas hindúes o palacetes árabes, torres de colores con formas oníricas...







Estos árboles y palacios son de todos los estilos, de todos los climas, de todos los rincones, nadie adivinaría jamás a que país pertenecen, en que lugar podría ubicarse esta mezcla fantástica.




Nadie imaginaría que se trata de una utopía de navegantes, de portugueses inquietos que miran al  horizonte en busca de lejanos paraísos...










Y todo termina  en el Océano


cuando la sierra se desploma bruscamente


en los dramáticos acantilados


donde el mar y el viento

practican su afición a la escultura.




















MAFRA y ERICEIRA


El real palacio-convento-biblioteca-basílica de Mafra es una gran estructura multiusos, de princios del S. XVIII, cuyas notables dimensiones y armonía le convierten en una especie de  "Escorial portugués".





La basílica, de estilo barroco,  destaca por su conjunto de 6 grandes órganos, único en el mundo. Este múltiple artefacto sonoro emite sonidos de una potencia sorprendente, en sonido "sextofónico", creando una atmósfera musical impresionante.
 






A pocos Km., el pueblo costero de Ericeira se despliega con gracia al borde de los acantilados, con un bonito centro urbano en tonos blancos y azules. Las potentes olas del atlántico rompen directamente sobre las playas,excelentes para la práctica del surf. 





CARNAVAL de TORRES VEDRAS,

donde se destruye para siempre el mito de que los portugueses son gente triste y nostálgica que solo oye fados...

















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