En Filipinas, todos
los caminos conducen a Manila. La vida cultural, económica, social y política
del país se halla fuertemente concentrada en la capital, dominada por
tremendos contrastes entre barrios de lujo y zonas miserables, donde habitan más de 15 millones de personas.
Las
oleadas masivas de inmigrantes de las áreas rurales ha provocado la aparición
de inmensas zonas de chabolas con condiciones de vida infrahumanas.
Por otro
lado, el boom económico de los 90 propició el desarrollo de diversas zonas de
alto nivel económico, con modernos rascacielos y un buen nivel de servicios. El contraste despiadado entre estos extremos de la realidad social determina en buena medida el paisaje actual de la ciudad.
Diversas
oleadas e invasiones han determinado, a través de los siglos, el carácter
peculiar de la ciudad. La herencia colonial española ha determinado el fuerte
sentimiento católico del país, que influye en todos los aspectos de la vida
cotidiana, así como la nomenclatura de lugares y personas.
La presencia
norteamericana, por su parte, ha traído el conocimiento masivo del inglés, la
pasión por el baloncesto, las sectas protestantes y el gusto por el consumismo
desenfrenado.
A
estas influencias coloniales hay que sumar la presencia de una influyente y
acaudalada población de origen chino, que domina la vida económica y
financiera, así como una numerosa comunidad musulmana, que ocupa el escalón
social más bajo, originada sobre todo por la inmigración de las islas del Sur. La influencia de los pueblos indígenas más antiguos también se encuentra presente en manifestaciones populares, fiestas y creencias.
Esta
curiosa mezcla ha producido una cultura urbana un tanto despistada, carente de
puntos de referencia, fuertemente influenciada por la moral católica y el
consumismo americano, con poco arraigo en las tradiciones asiáticas, pero con
mucho de la forma de ser típicamente oriental.
El
carácter filipino refleja estas influencias, dando lugar a paradojas y
contradicciones. La alta sociabilidad, la escasa expresividad y el horror a
la negación son rasgos típicamente asiáticos que se encuentran a menudo, pero
chocan con otros de origen latino, como el gusto por el cotilleo, el
temperamento festivo, la autocrítica despiadada y el sentido del humor
irónico, facetas desconocidas en otras partes de Asia, mucho más orgullosas con
su pasado y tradiciones.
Los
medios de transporte definen en buena parte el paisaje de Manila. El caos
circulatorio adquiere proporciones colosales en las horas punta, con atascos
kilométricos y tremenda contaminación.
No obstante, nadie parece inmutarse. Cuando la colisión parece inevitable, simplemente se oye un bocinazo corto. Apenas hay gritos ni insultos. El carácter de Asia muestra su cara amable en medio del atasco.
Los
jeepneys son el medio de transporte nacional. Se trata una especie de Jeeps
americanos de la II Guerra Mundial modificados, cuya fabricación se ha
perpetuado hasta nuestros dias.
Los desafortunados pasajeros se sientan en dos
filas de asientos laterales unos frente a otros, soportando con alarde de
resignación los frenazos, el ruido, el humo y el calor de los atascos.
Los
Jeepneys suelen estar equipados con potentes sistemas de faros, ruidosos equipos
de música, estridentes bocinas y pintados con los motivos favoritos del
propietario. Una decoración de tipo medio puede incluir a una actriz de
telenovela, un coche de fórmula 1, un caballo galopando entre cumbres nevadas,
Silvester Stallone y la Virgen Maria.
Manila
es la ciudad sin futbol. Resulta insólita la casi nula repercusión del deporte
rey mundial que, por algún extraño motivo, aqui no interesa. Sin embargo, por la influencia americana, les apasiona el baloncesto, tanto a nivel de equipos
profesionales como de calle, donde se practica en canchas improvisadas por todos
los rincones.
El
boxeo y el billar, deportes donde Filipinas cuenta con figuras mundiales, son
asimismo muy populares, y las salas de billar proliferan por toda la ciudad.
Tambien abundan las peleas de gallos, que mueven pasiones y apuestas a lo grande
por todo el pais.
Intramuros,
la vieja ciudad española amurallada, es el corazón histórico de la vieja Manila.
Los sucesivos terremotos y, sobre todo, los terribles bombardeos de la Segunda
Guerra Mundial, han destruido buena parte de la hermosa urbe que aqui se
asentaba en el S. XIX. Hoy Intramuros tiene un aire un tanto fantasmal, y es un
agradable oasis en medio del caos circulatorio del centro.
Un
paseo por las murallas nos recuerda las imponentes dimensiones del recinto, y
nos permite visitar Fuerte Santiago, las enormes cisternas circulares y la Iglesia de San Agustín,
milagrosa superviviente de todas las catástrofes.
Lo
que queda en pie de época colonial no hace justicia a la importancia histórica de la
Manila española, que durante 3 siglos fué un enclave comercial de primera
magnitud en el intercambio entre oriente y occidente.
El Galeón de Manila, que
realizaba una vez al año el trayecto Mejico-Manila, era el símbolo de este
intercambio comercial, auténtica primicia de la globalización. La llegada del
Galeón al puerto de Manila era el acontecimiento del año, celebrado con pompa y
festejo en toda la ciudad.
En
Intramuros se celebran algunas arraigadas tradiciones manileñas, como la
procesión de principios de diciembre en honor a la Virgen, donde todas las
imágenes de la ciudad desfilan acompañadas por comparsas, majorettes, indígenas
aetas y bandas de música variadas, en un pintoresco jolgorio
religioso-festivo.
La prosperidad
comercial de Manila provocó una emigración notable de artesanos y comerciantes
chinos a partir del S.XVI, que se establecieron en el barrio de Binondo, al
norte de Intramuros. Los chinos han ido prosperando en los negocios a través de
generaciones, y constituyen hoy la élite financiera de la ciudad y el pais.
Binondo
es todavía el tradicional y pujante barrio de la comunidad china, donde se
encuentran diversos comercios, farmacias y restaurantes tradicionales chinos.
Puentes al estilo chino atraviesan los canales, e indescriptibles
amasijos de cables eléctricos y telefónicos penden directamente sobre los
viandantes, haciendo que parezca un milagro no morir electrificado.
A continuación, Quiapo es el barrio más denso y caótico de la vieja
Manila. Los alrededores de la iglesia de Quiapo son un espectáculo abigarrado de
mercados callejeros donde se vende absolutamente de todo.
Abundan los
curanderos, lectores de manos, adivinos del futuro, penitentes de rodillas,
mendigos y niños de la calle. El mercado de copias piratas es gigantesco. Todo
aquello que pueda ser falsificado se puede encontrar aquí.
En
Quiapo está también la golden mosquee y aqui se concentra la mayor comunidad
musulmana de Manila. Rostros con velo y restaurantes musulmanes abundan en esta
zona.
Un poco más allá está la sorprendente iglesia de S. Sebastian, de color azul celeste y notables dimensiones. Esta iglesia fué construida integramente en hierro a finales del XIX, y traida en piezas desde Bélgica para ser montada en Manila.
Al
Sur de Intramuros se extiende la superficie verde y relativamente organizada del
Parque Luneta, con importantes símbolos
patrióticos.
El monumento a José Rizal, erigido en el lugar donde fué fusilado
por los españoles, es el lugar donde se realizan numerosas ceremonias oficiales.
En la otra punta del parque se alza una enorme estatua dorada del héroe indígena
Lapu Lapu, verdugo de Magallanes.
El
Roxas Boulevard es una especie de paseo mariítímo al borde de las sucias aguas de
la bahia. Ha sido modernizado recientemente, y ahora es un ancho boulevard con
palmeras y farolas coloridas de diseño peculiar. Las puestas de sol en el
boulevard son sensacionales, y a la caida de la noche se convierte en un
animado recinto con terrazas y chiringuitos.
Detrás
del Boulevard se extiende el tradicional barrio de Malate, centro de la ciudad
en los años americanos. Malate hoy es una abigarrada mezcla de negocios
variados, hoteles de lujo, puticlubs, restaurantes, bares y algunos edificios
interesantes, vestigios de épocas coloniales.
Hacia
el interior crecen los modernos barrios financieros, que en realidad son ciudades
independientes dentro del área metropolitana de MetroManila.
Makati, con su notable silueta de
rascacielos, es el principal conglomerado de negocios, grandes centros
comerciales, edificios de oficinas y barrios residenciales.
El contraste de Makati con los barrios del centro es absoluto. Las calles son limpias y organizadas, flanqueadas por atractivos edificios que nos dan la impresión de encontrarnos en Hong Kong o Singapur.
Modernas pasarelas y túneles permiten la circulación de peatones entre los distintos centros comerciales y edificios de oficinas, mientras el atasco, en las horas punta, se adueña sin piedad de las avenidas.
La
autopista de circunvalación EDSA (Epifanio de los Santos Avenue) es la principal
arteria de comunicación entre barrios y ciudades, uniendo Makati con otras zonas
de MetroManila, Como Ortigas, o Quezón City.
EDSA
tiene una estética propia, con el Metro elevado circulando por el centro de la
autopista, sobre la que se atraviesan las aparatosas estaciones de Metro.
Gigantescos anuncios publicitarios, que suelen caerse cuando hay tifones,
flanquean la autopista continuamente, creando un ambiente un tanto futurista,
al estilo Blade Runner pero en decadente.
Los centros comerciales se han convertido en el principal lugar de vida social de la urbe. Aquí vienen la gente a pasear, dejarse ver, ver escaparates, ligar, ir al cine, jugar a los bolos o al billar, comer algo y comprar poco. Los manileños son auténticos fanáticos de estos espacios brillantes y relucientes, con aire acondicionado a todo tren, apreciado contraste con el calor húmedo que impregna las calles.
En muchos aspectos, debido sobre todo a sus influencias católicas y norteamericanas, y también a su estructura social y política, Manila se asemeja bastante a una gran ciudad iberoamericana encallada por alguna extraña razón en las costas de Asia.
Y La vida sigue en este caótico mundo urbano, producto de circunstancias tan diversas. En la mezcla de culturas y gentes se asienta el carácter único de la ciudad y gran parte de su encanto, aunque también de sus inconvenientes. Sin duda es la ciudad más occidental de Asia, más parecida a Lima que a Bangkok.
La isla de CORREGIDOR se encuentra justo en la boca de la bahía de Manila, y fué el mítico escenario de una de las batallas más terribles de la Segunda Guerra Mundial. Las ruinas ametralladas del gran cine americano de la isla son el recuerdo más simbólico de su época dorada, en los años 30, y de lo que vino después.
La feroz contienda entre americanos y japoneses marca el inicio del sentimiento de identidad moderno de Filipinas. La isla de Corregidor es el lugar donde la batalla adquiere dimensiones dantescas, y forma parte significativa de la mitología del país.
La isla era un bunker militar y su posición estratégica cerraba la bahia de Manila. Alli se refugiaron las tropas americanas ante la masiva invasión japonesa, al dia siguiente del bombardeo de Pearl Harbour.
Fortificados en túneles y fortines, Los americanos resistieron el acoso algunas semanas, pero acabaron por rendirse ante la abrumadora superioridad nipona. Más de 10.000 prisioneros de guerra americanos sufrieron el cautiverio japonés. Antes de partir, el general Mcarthur pronunció la famosa frase: "I shall return"
Dos años más tarde Mcarthur estaba de vuelta, esta vez con abrumadora superioridad sobre los japoneses, que también se refugiaron en la isla fortaleza. Esta vez no hubo prisioneros. Fieles a su costumbre, los japoneses murieron uno por uno, sin rendirse al enemigo. En Corregidor, la realidad supera a las películas...
ANGONO, en los alrededores de Manila, se autoproclama capital de
las artes de Filipinas. En Angono se han establecido colectivos de artistas
desde hace años, y hay una animada vida cultural, con fiestas populares y
performances varias...
La original instalación Sunset Cinema simula un cine al atardecer, con las sombras de objetos diversos moviéndose tras la pantalla.
Angono se encuentra a orillas de la laguna de Bay, el mayor lago de agua dulce del archipiélago y una fuente importante de cultivo piscícola. La laguna, rodeada de volcanes y verdes montañas, ofrece espléndidos panoramas.
Además,
la ciudad tiene unos espléndidos petroglifos con figuras humanas, datados en más
de 3.000 años. Al parecer, por la interpretación de las figuras los petroglifos
señalan una especie de maternidad ancestral donde las mujeres iban a dar a
luz.