Toronto

 TORONTO


Canadá nos muestra la cara más simpática de América del Norte. Tiene muchas cosas en común con su poderoso vecino del sur, y unas cuantas diferencias que resultan muy agradables. Es más tolerante y respetuoso, menos violento, tiene más cobertura social y no parece ser populista.


  


En su inmenso territorio viven tan sólo 40 millones de habitantes, debido sobre todo al clima polar que reina en todo el norte del país. De hecho, la parte habitada es una estrecha franja que corre paralela a la larga  frontera con USA.



 

Ambos países comparten  las principales características geográficas. Las colinas del este con sus ciudades históricas, los grandes lagos, las llanuras centrales, las montañas rocosas y la costa oeste.  Cada gran región canadiense tiene su reflejo en el vecino del sur, y viceversa. 



También comparten los deportes. Baloncesto, beisbol y hockey son los deportes más populares y los principales equipos canadienses juegan en las ligas americanas. El futbol americano, en cambio, tiene reglas diferentes en los dos países. 




Toronto, la mayor ciudad del país, es un fascinante mosaico multiétnico, donde más del 50% de la población ha nacido fuera del Canadá. Seguramente no se encuentra una proporción similar en ninguna gran ciudad del mundo.




Toronto es el centro económico de Canadá y viene a ser una especie de New York canadiense, con su imponente colección de rascacielos, su potente actividad cultural, su carácter cosmopolita y su enorme vitalidad...




En el downtown, en torno a  Union Station,  se concentran los rascacielos, los principales museos y los edificios históricos de la ciudad. 









Dundas Square sería el equivalente de Times Square, con sus grandes pantallas digitales creando un ambiente colorido y futurista.






David Pecaut Square es otra animada plaza del centro, donde se celebra el festival Luminato, dedicado a la world music y otras artes globales.




La actividad festiva y cultural de la ciudad es frenética. En un mismo sábado de junio pudimos asistir una fiesta multitudinaria de la comunidad italiana, un festival indie, una  celebración de los pueblos nativos y el mencionado  Luminato. 








En el west side, por su parte, se encuentran Chinatown, little Italy y little Corea. El grafitti Alley, en Chinatown, es un oscuro callejón con una gran colección de grafittis. 







En el recinto histórico de Fort York, en el west side de Toronto, se celebraba una gran fiesta de los pueblos originarios (los mal llamados "indios"), con motivo del solsticio de verano. En Canadá hay un gran respeto por las culturas indígenas, ahora denominadas First Nations...

















NIAGARA


Las cataratas del Niágara dejan sensaciones contrapuestas, a medio camino entre el asombro por la fuerza de la naturaleza y una cierta decepción por el ambiente altamente urbanizado que las rodea. 


Son un objetivo turístico masivo a ambos lados de la frontera que las divide. Desde el lado canadiense la perspectiva es más fotogénica, pues se ven ambas a la vez y es posible acercarse más a la Horsehoe fall, la más impresionante por su  forma de herradura.  


Desde el lago Erie, el más elevado, las aguas se precipitan en dos grandes cataratas hacia el río Niágara, que hace de frontera entre Canadá y USA y desemboca en el lago Ontario. 




Las ofertas turísticas son muy variadas, desde los túneles construidos por detrás de la cascada hasta el popular barco que se acerca mucho al abismo, donde todo el mundo sale empapado. Simplemente caminar también está bien. 




Sin embargo, la principal fuente de ingresos no son los turistas, sino los miles de kilowatios producidos por las centrales hidroeléctricas situadas en Canada y USA, entre las cataratas y el lago Ontario.




Aquí se creó, en 1896, la primera central hidroeléctrica del mundo, con la destacada participación de Nicolas Tesla. Posteriormente, ambos países construyeron canales para desviar parte del caudal y producir energía eléctrica.




La observación de aves es otro de los atractivos del lugar, con grandes bandadas de gaviotas sobrevolando las aguas. Los característicos gansos de Canadá también campan a sus anchas por los islotes y las orillas.















MONTREAL






La segunda ciudad del país es mayoritariamente francófona y también tiene sus encantos, repartidos entre las calles y plazas del Viejo Montreal, un notable conjunto de rascacielos, las animadas calles del barrio de los espectáculos y el frondoso bosque de Mont royal.


El estilo del Viejo Montreal es austero y discreto, con imponentes edificios de época colonial y de principios del S. XX.







Alrededor del centro se eleva una considerable cantidad de modernos rascacielos de cristal, que aportan una importante dosis de modernidad al paisaje.








La vida cultural se concentra en el bullicioso barrio de los espectáculos, con abundantes teatros, salas de conciertos y bares nocturnos. También hay una pequeña Chinatown.












La colina de Mont royal es el gran parque de la ciudad, con grandes bosques y buenos miradores del conjunto urbano. La figura entrañable de Leonard Cohen, natural de esta ciudad, destaca con fuerza en el paisaje.







QUEBEC


La ciudad de Quebec, patrimonio mundial, es la joyita histórica de Canadá. Fue fundada por los franceses en el S.XVII y  conquistada posteriormente por los británicos,  hasta la independencia de Canadá en 1867.





El gran hotel Frontenac es el símbolo de la ciudad. Su estampa neogótica domina todas las perspectivas urbanas. Fue construido a finales del XIX y parece una especie de castillo encantado, con derecho a brujas y fantasmas. 








La ciudad alta, amurallada, mantiene un discreto encanto europeo y muchos edificios interesantes, de los S. XVII y XVIII.  La ciudad baja, junto al puerto, tiene también muchas casas de época.




El rascacielos Price, construido en los años 20, recuerda los edificios norteamericanos de la época, con originales relieves y un cierto toque batman. 



El parlamento de Quebec es otro edificio singular, adornado con docenas de estatuas de personajes históricos.


El francés es la lengua dominante en Quebec y la reivindicación nacionalista ha cobrado nueva fuerza en el S. XX, cuando se celebraron consultas para separarse de Canadá.  Hoy esta idea parece haber perdido fuerza, pero persiste un fuerte sentimiento de identidad.










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